- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Vistas de página en total
2,339,519
Tus comentarios
Licencia Creative Commons
Este trabajo tiene licencia bajo CC BY-NC-ND 4.0
La última publicada
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Un juego infantil
Aparte
de ser un tema de “Chancho en piedra” - cuya letra entiendo, pero no comprendo,
pues no sé en qué creen y en qué no - es un juguete que tiene una base sólida y
circular cuya gracia es bambolearse y no caer.
La
comparación se hace con tanto “mono porfiado” suelto por allí, que conoce sus
obligaciones, pero se desentiende, así como así.
Cada
vez que viajo en metro, me canso de escuchar una grabación con la que se
insiste a los pasajeros (muchos de ellos “monos porfiados” mimetizados) que no
incentiven a los cantantes ni adquieran mercancías a vendedores que circulan
por los vagones, a sabiendas de que es una falta y se exponen a sanciones (cabe
decir, por otro lado, que todos tenemos derecho a conversar, escuchar música de
nuestros teléfonos celulares, mirar el
paisaje o ensimismarnos, con absoluta libertad y respeto por el otro); sin embargo,
los “monos porfiados” – léase cantantes y vendedores – ignoran olímpicamente la
advertencia y persisten con su canto (a veces, bueno, las más, malos) o con su
mercancía – las más, malas – mientras los “monos porfiados que estaban
mimetizados, se despojan de sus disfraces de personas y retoman las pieles
primates para, justamente lo que se les remarcó no hacer, ser solidarios con
sus congéneres “monicacos”. Con ello,
las normas creadas para ordenar nuestra vida se van “a las pailas” y prolifera
el desorden de “sálvese quién pueda” o “me da lo mismo lo que piensen los
otros, total, yo hago lo que quiero”. ¿Qué tal?
El respeto en su dimensión más absoluta.
Otra:
las declaraciones del “mejor portero del momento” - dicho por él mismo por lo
que me acabo de autodenominar “el mejor profesor del momento”, total, es fácil
así – referidas a su detención - ¡otra vez! – por conducir en estado de
ebriedad. Dicen que no es primera vez, luego del infausto episodio de 2009 que
costó la vida de una joven, que se pone tras el volante. Lo peor son las
justificaciones, donde mezcla que es el mejor arquero, del mejor equipo, y por
eso los MMC están atentos, bla, bla, bla, que no me convence. ¿Qué dirán,
ahora, los viudos de Bielsa y los enemigos de Borghi? ¿Entenderán que los
errores son individuales? ¿Se detendrán a pensar que las responsabilidades son
individuales y todos deben asumirlas en propiedad y sin subterfugios? ¿Habrá
alguna sanción, aunque sea moral, de parte del cuerpo técnico y la dirigencia
azules, al referido jugador? O todo quedará impune como, a propósito de Copa
Santander Libertadores, las hinchadas universitaria laica y cuprífera lanzaron
fuegos de artificio; o las bombas de ruido de la misma hinchada del equipo “de
moda”, en un partido de hace pocos días.
Son los mejores ejemplos del mentado “mono porfiado”: dale, dale, dale, que nunca entenderá. Para su consuelo, abundan en nuestra larga y estrecha geografía. ¡Una pena!
Comentarios