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¿Conocen al mono porfiado?

Un juego infantil


Extraída de Google: Falabella

Aparte de ser un tema de “Chancho en piedra” - cuya letra entiendo, pero no comprendo, pues no sé en qué creen y en qué no - es un juguete que tiene una base sólida y circular cuya gracia es bambolearse y no caer.

La comparación se hace con tanto “mono porfiado” suelto por allí, que conoce sus obligaciones, pero se desentiende, así como así.

Cada vez que viajo en metro, me canso de escuchar una grabación con la que se insiste a los pasajeros (muchos de ellos “monos porfiados” mimetizados) que no incentiven a los cantantes ni adquieran mercancías a vendedores que circulan por los vagones, a sabiendas de que es una falta y se exponen a sanciones (cabe decir, por otro lado, que todos tenemos derecho a conversar, escuchar música de nuestros teléfonos celulares,  mirar el paisaje o ensimismarnos, con absoluta libertad y respeto por el otro); sin embargo, los “monos porfiados” – léase cantantes y vendedores – ignoran olímpicamente la advertencia y persisten con su canto (a veces, bueno, las más, malos) o con su mercancía – las más, malas – mientras los “monos porfiados que estaban mimetizados, se despojan de sus disfraces de personas y retoman las pieles primates para, justamente lo que se les remarcó no hacer, ser solidarios con sus congéneres “monicacos”.  Con ello, las normas creadas para ordenar nuestra vida se van “a las pailas” y prolifera el desorden de “sálvese quién pueda” o “me da lo mismo lo que piensen los otros, total, yo hago lo que quiero”. ¿Qué tal?  El respeto en su dimensión más absoluta.

Otra: las declaraciones del “mejor portero del momento” - dicho por él mismo por lo que me acabo de autodenominar “el mejor profesor del momento”, total, es fácil así – referidas a su detención - ¡otra vez! – por conducir en estado de ebriedad. Dicen que no es primera vez, luego del infausto episodio de 2009 que costó la vida de una joven, que se pone tras el volante. Lo peor son las justificaciones, donde mezcla que es el mejor arquero, del mejor equipo, y por eso los MMC están atentos, bla, bla, bla, que no me convence. ¿Qué dirán, ahora, los viudos de Bielsa y los enemigos de Borghi? ¿Entenderán que los errores son individuales? ¿Se detendrán a pensar que las responsabilidades son individuales y todos deben asumirlas en propiedad y sin subterfugios? ¿Habrá alguna sanción, aunque sea moral, de parte del cuerpo técnico y la dirigencia azules, al referido jugador? O todo quedará impune como, a propósito de Copa Santander Libertadores, las hinchadas universitaria laica y cuprífera lanzaron fuegos de artificio; o las bombas de ruido de la misma hinchada del equipo “de moda”, en un partido de hace pocos días. 

Son los mejores ejemplos del mentado “mono porfiado”: dale, dale, dale, que nunca entenderá.  Para su consuelo,  abundan en nuestra larga y estrecha geografía. ¡Una pena!

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