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¿Se
ha fijado el lector en que así como hay personas que, desafortunadamente, son
muy sensibles ante los estímulos externos – léase problemas familiares,
laborales, a veces un mero disgusto – y caen con rapidez en estados
melancólicos y, en ocasiones, depresivos, hay otras que se mantienen fuertes,
erguidas, incólumes (sanas, sin lesión), inalterables, en suma, intactas, y
prosiguen su vida con ánimo y fuerza interior?
Es,
al decir de los sicólogos (palabra que escribo desde hace algunos años sin ps),
una facultad que poseen algunos individuos que les permite sobrellevar
situaciones dolorosas o incómodas. A esta actitud la llaman resiliencia,
materia de este breve artículo.
No
está incorporada en el DRAE, hecho que no le quita valor ni impide que yo la
use, claro está con el resguardo de escribirla en letra cursiva, es decir,
inclinada. Y lo mejor, sin duda, es referirse a este rasgo, codiciado por
muchos.
Resiliencia – y
cito textual – “… es una de esas palabras
de origen latino que, curiosamente, nos han llegado a través del inglés, en este
caso, del vocablo resilience (Física: expresa la capacidad de un material de
recuperar su forma original después de haber sido sometido a altas presiones)
que
a su vez se derivó del latín resilio, -ire ‘saltar hacia atrás’, ‘volver de un
salto’, compuesto a su vez por el prefijo re- y el verbo salire ‘saltar’.
El psiquiatra infantil Michael Rutter
(1970) y el neurólogo, psiquiatra y etólogo francés contemporáneo Boris
Cyrulnik, inspirados en el concepto físico, introdujeron el término en
psicología para denotar la capacidad de las personas de superar tragedias o
acontecimientos fuertemente traumáticos.
Cyrulnik, cuyos padres judíos fueron
asesinados por los nazis, estudió la capacidad de recuperación de los
sobrevivientes de los campos de concentración y de niños criados en orfanatos.”
Ahora
bien, se ha acuñado la expresión “personalidad resistente” para referirse a una
línea parecida de respuesta del individuo ante estímulos negativos, que es a lo
que me referí cuando escribí al comienzo. La resiliencia – sin ser
sicólogo – opera en todas las circunstancias estresantes a las que uno se
enfrenta. Permite, a través del “gran
sentido del compromiso, una fuerte sensación de control sobre los
acontecimientos y más abiertos a los
cambios en la vida, a la vez que tienden a interpretar las experiencias
estresantes y dolorosas como una parte más de la existencia," sobreponerse con
relativa rapidez a los influjos negativos del medio.
Sé,
por ejemplo, que los Profesores – especialmente del sector municipal – son más
propensos a caer en estados depresivos, ausentándose por largos períodos de sus
clases. ¿Qué entidad se ha ocupado de este tema? ¿Qué factores son los
detonantes? ¿Las insatisfacciones económicas? ¿El estancamiento laboral? ¿La
falta de auténtica vocación? ¿La calidad de los alumnos?
Es
materia de estudios.
Para
finalizar, la persona que goza de la resiliencia es resiliente. ¿Yo? Gracias
a Dios, no me deprimo ni sufro por ninguno de los factores enunciados. Espero seguir así.
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