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Es
ficción, aunque mi corazón tiembla al pensar que no la sea. La sola pregunta es
desafiante, pues las posibilidades son amplias, distintas dependiendo de quién
responda. En mi caso, si existiese la posibilidad, no lo dudaría, creo: iría al
año 30 después de J.C.
Esta
emocionante pregunta comencé a develarla cuando llegó a mis oídos “Caballo de
Troya”.
Esta
genial creación de J. J. Benítez la leí hace algunos años, por influjo de mi
hijo amado, quien un día me dijo:
- Para nada, hijo mío. Háblame de él.
- Es
un escritor español, que gusta de un género mezcla de ciencia ficción y
realismo.¿Leí, hace poco, “Caballo de Troya 1”, una novela emocionante. ¿Te
interesa?
- Por
supuesto, hijo.
Seguro
de que si le pedía que me contara de la novela, me diría –Te la presto, léela
mejor - derechamente lo hice.
Hace
pocos días, preparaba mi viaje a Santiago, ya que asistiríamos a la
Confirmación de nuestra ahijada amada, Camila, hija de mi cuñada y concuñado,
en Quinta Normal, por lo que le pedí algún libro para leer en el bus – no por
nada son 3 horas de viaje, ida y vuelta, por lo menos.
Me
dijo: - ¿Te animas a leer algún “Caballo de Troya”?
Recordé
que había leído un fascinante “La rebelión de Lucifer”, del autor en cuestión, poco tiempo después, pero pensé en dejarlo
para otra vez. Releería el 1, pues guardaba en el corazón el objetivo del
viaje: conocer a Jesús. Mi hijo, cabe precisarlo, tiene hasta el 6, si no me
equivoco.
Y
así fue que apenas el bus enfiló hacia la Ruta Las Palmas, saqué mi libraco, me
puse los audífonos con buena música, los lentes – tantos viajes leyendo y
leyendo ya me obligan a usarlos solo para el PC y los libros - y comencé con la incertidumbre de esperar el
mismo impacto de la primera lectura.
Hoy,
apenas el tiempo me lo permite, lo tomo, abro sus páginas donde quedé y, con
fruición, devoro sus líneas.
Si
alguien lo quiere leer, va el enlace:
Te
dejo la pregunta que me planteé al comienzo: si pudieras viajar en el tiempo,
¿adónde irías?
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