- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Vistas de página en total
Tus comentarios
Colaborador
Licencia Creative Commons
Este trabajo tiene licencia bajo CC BY-NC-ND 4.0
Reconocimiento Primer lugar noviembre
Reconocimiento de Blogdeldia
La última publicada
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Significado y usos
Extraída de Google: RTVE.es
“Adiós a todos mis queridos
amigos y familia que amo. Hoy es el día que elegí para morir con dignidad a
causa de mi enfermedad terminal, este terrible cáncer cerebral que me ha
quitado tanto… pero que me hubiese quitado mucho más.”
Es
parte del mensaje que dejó la joven estadounidense, de 29 años, Brittany
Maynard, quien hace algunos días puso fin a su vida mediante la eutanasia.
“Suicidio
asistido” lo llaman algunos; sin embargo, ‘eutanasia’ es el apelativo más
conocido. Hay, empero, una diferencia entre ambos conceptos: Eutanasia es provocar la muerte de un
enfermo desahuciado, para evitar su agonía. Puede ocurrir con o sin el
consentimiento del paciente, esto último como en el caso de personas en estado
de coma, pues un familiar cercano es el que decide. Por su parte, el ‘suicidio
asistido’ es una forma de eutanasia en la cual se proveen los medios necesarios
para que una persona de forma voluntaria termine con su vida; en general son
pacientes terminales que han rechazado cualquier tipo de tratamiento.
Este
hecho ha reabierto el debate en todo el mundo, pues al derecho a la vida se
opone evitar el sufrimiento del paciente.
Está
legalizada en Bélgica, Luxemburgo, Holanda, Suiza y Estados Unidos (Oregón y
Washington), y tolerada en Noruega, Dinamarca, Alemania, Austria y España. La
eutanasia activa consiste en provocar la muerte del enfermo, en tanto que en la pasiva se deja de suministrar los
medicamentos o se retiran los aparatos que de manera artificial lo mantienen
con vida, para que el paciente muera de forma natural.
En
Holanda el suicidio asistido fue legalizado en 2002, y desde entonces unas
2,300 personas toman cada año esta determinación. En ese país, para que el
procedimiento sea aceptado, los enfermos tienen que cumplir con estrictos
requisitos conforme a la legislación de ese país, entre los que figuran: haber
comprobado que el sufrimiento del paciente es insoportable y no tiene
perspectiva de mejora, informar al paciente de su situación y junto con su
médico evaluar las opciones para tratar su padecimiento, tener el diagnóstico
de fatalidad de por lo menos dos médicos independientes y haber expresado su
voluntad de morir en estado de plena lucidez mental.
En
Chile, la situación no es mejor, ya que hay mucha resistencia a legislar, tanto
en la oposición como en la Nueva Mayoría. Fulvio Rossi, senador PS, presentará
un proyecto de ley para reactivar el debate.
Respecto
de su origen, hay bastante información, de la cual destaco:
El
DRAE consigna: (Del gr. εὖ, bien, y θάνατος,
muerte). 1. f. Acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes
desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él. 2. f. Med.
Muerte sin sufrimiento físico.
Ahora
bien, el juramento hipocrático original prohibía la eutanasia, tal como se
advierte en el extracto: “A nadie daré
una droga mortal aún cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De
la misma manera, no daré a ninguna mujer supositorios destructores; mantendré
mi vida y mi arte alejado de la culpa.”
Una
versión del juramento muy utilizada actualmente es la redactada en 1964 por el
Doctor Louis Lasagna, Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Tufts, que deja entrever la responsabilidad del médico en un trance de este
tipo:
“Respetaré la privacidad de
mis pacientes, pues no me confían sus problemas para que yo los desvele. Debo
tener especial cuidado en los asuntos sobre la vida y la muerte. Si tengo la
oportunidad de salvar una vida, me sentiré agradecido. Pero es también posible
que esté en mi mano asistir a una vida que termina; debo enfrentarme a esta
enorme responsabilidad con gran humildad y conciencia de mi propia fragilidad.
Por encima de todo, no debo jugar a ser Dios.”
Por
último, en la Ley de Deberes y Derechos del Paciente, vigente desde 2012, se especifica que el
paciente puede “Aceptar o rechazar
cualquier tratamiento y pedir el alta voluntaria.” No especifica el rol del
médico, pero puede ser un punto de partida para el planteamiento de puntos de
vista, tan necesarios cuando se trata de materias valóricas.
Comentarios