Pichirropulli, extraído de Google, Sur actual |
'Es la narradora de estas
historias. No se llama Andrea. Es el nombre que hubiese querido tener. Se llama
… No importa. Quedará en la nebulosa y solo ella lo sabrá cuando lea estas
historias. Surgieron al alero de varios cafés y cigarrillos, cuando nuestras
conversaciones abandonaban el odioso e insulso tópico del trabajo y se adentraban,
cuales casas porteñas encaramándose en las empinadas laderas de los cerros y
aferrándose con sus pilotes maltrechos, en aspectos más íntimos, aquellos que se
reservan para hablar con los elegidos.
Me aseguró con algo de pompa y un aire
de superioridad encantador que sus vivencias me impresionarían, que mis cuentos
–los que había publicado – no eran nada al lado de los suyos. Bastó que me
contara uno solo para que, muy a mi pesar y con harto de mi orgullo vencido, le
encontrara la razón. Miraba al cielo con frecuencia, según ella para inspirarse;
debo decir que este gesto me ha llamado la atención desde la primera vez que la
vi.
Cuando hacía recuerdos, su rostro se enternecía y sus ojos destellaban,
hablando con tal fluidez, como cuando uno entona una canción cuya letra se sabe
y ama, que yo debía esforzarme para no abandonar el hilo de su relato. Formaban
parte de su infancia y adolescencia, allá en un pueblito perdido en el sur, una
localidad con un nombre difícil: Pichi
Ropulli, que en mapudungun significa ‘pueblo pequeño’, y que está cerquita
de Paillaco, Región de Los Ríos.
A veces, ella será la protagonista.
Otras, no. Pero siempre estará allí, vigilante, atenta a los relatos, a que no
me desvíe, aunque remarco que mi independencia creativa es absoluta; eso creo.
No nació en Pichirropulli,
debo precisarlo. Si lo hubiese hecho, se habría llamado como su abuelita, Apolonia, o
alguna de sus tías y habría sido hasta hoy una pichirropullina campesina de
tomo y lomo, con botas espigadas y unos pantalones anchos y abombachados, ocupada más en los
quehaceres agrícolas que en labores intelectuales. Muy pequeña se trasladó
desde una ciudad más al norte y, después de unos maravillosos años, se dirigió
al centro del país donde se afincó cuando decidió ser profesional. Gracias a
ello la conocí'.
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