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Este trabajo tiene licencia bajo CC BY-NC-ND 4.0
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Esta
expresión señala que, aunque creamos que un hecho pasa solo en nuestro país
(extraño sería) el mundo sabe de él y ya ha tenido experiencias.
¿Y a
propósito de qué?
Con
cierta regularidad, acudo en el horario de almuerzo (o en las mañanas, si tengo
alguna “ventana” entre mis horas de clase) al Café Couve (que no es “con
piernas”, como me bromean algunos alumnos); allí se puede disfrutar de un buen
ídem en compañía de algunos habitués, con los cuales hablamos de innumerables
temas coyunturales y analizamos la situación nacional e internacional. Lo
llamativo (y lo he comentado algunas veces) es que a la entrada de la Galería
del mismo nombre se ubican 3 señores de mediana edad, premunidos de chaquetas
con franjas muy llamativas y cascos de la construcción. ¿Su tarea? Pedir
contribuciones (limosnas) de los transeúntes, pretextando que están sin
trabajo. Lo curioso es que, según los estudios, la construcción es el rubro que
más ha crecido en este último tiempo. Un dato anexo: se ubican allí todas las
mañanas, desde hace varios años. Por ello, deduzco que no son desempleados,
sino descubridores de una forma sencilla de ganar dinero: a costa del bolsillo
y esfuerzo ajenos.
Cierta
vez, hice el comentario de esta mendicidad incomprensible a mis amigos
cafetómanos; uno - que trabaja en el rubro - nos contó que en una oportunidad
se acercó a ellos y les ofreció trabajo. Les entregó una tarjeta con la
dirección de su empresa, pero nunca llegaron.
Ahora
bien, a propósito de las declaraciones - grabadas subrepticiamente - del
candidato republicano norteamericano Mitt Romney, relativas a que hay muchas
personas que gustan de vivir a expensas de la ayuda estatal, cabe decirle –
para su consuelo – que en nuestro país ocurre lo mismo. Si no lo creen,
¿cuántas veces han escuchado comentarios acerca de personas que tienen créditos
universitarios sin merecerlo? ¿Cuántas veces han visto en reportajes a personas
que aprovechan subsidios habitacionales o ayudas económicas sin necesitarlo?
¿Cuántas veces han visto a mujeres haciendo trabajar a sus hijos? ¿Cuántos
mendigos falsos hay en nuestro país? ¿Cuán popular se ha hecho el
"macheteo"? ¿Cuántas personas lloran miserias sin sufrirlas?
Por
ello, por la desconfianza de la gente, los que realmente la requieren no pueden
hacer uso de ella. Yo – y es doloroso reconocerlo – no doy limosna ni compro
artículos (parches, tarjetitas, calendarios, etc.) en la calle, precisamente
por el temor de colaborar con un sinvergüenza. Así de simple.
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