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Lágrimas de hombre (o “Los hombres no lloran”)

Llanto de hombre


El desgarrador llanto de Cristián Álvarez. Extraída de Google: Meganoticias

Reconozco que mi primer impulso – de allí la palabra “impulso” – fue escribir un comentario burlón, acaso porque he recibido opiniones similares, si no más extremas, en situaciones semejantes.

Basta recordar cuántas veces, en este último tiempo, el Popular ha caído, merecida o inmerecidamente, no va al caso, y he salido pecho al frente, apenas la derrota se ha consumado a defender un planteamiento, una forma de jugar, o a criticar un arbitraje, con la visión que me da el ver los partidos, costumbre o franquicia – da igual – que no todos se precian.

No obstante, luego de la caída de la UC – y pongo al equipo cruzado como protagonista de la historia, aunque suene injusto, pues más de alguien me podrá enrostrar que debiera decir “del triunfo de O’Higgins” – y ver ojos brillantes y lágrimas en Cristian Álvarez cuando, en las postrimerías del partido, disputa un balón cerca del banderín del “córner”, intentando con el alma revertir un resultado que, dada la estrategia ocupada,  la fortuna o la ansiedad, no se iba a concretar; cuando, ya con la derrota consumada, veo ojos brillantes y llanto desconsolado en muchos jugadores de la “franja”, no pude menos que recordar esas jornadas duras. Recordar, por ejemplo, la caída del Cacique ante Pachuca en la final de la Sudamericana, la derrota del Eterno Campeón ante Independiente de Avellaneda en 1973 que, aunque chico, igual sufrí al lado de mi padre, la eliminación de la Libertadores en 1990 a manos de Vasco da Gama – que nos daba el paso a la final con un cuadro peruano, si mi memoria es certera -, ahora con mi hijo como acompañante en el sufrimiento.

Por ello, aunque desde chico me dijeron que “los hombres no lloran”, valorizo las lágrimas varoniles de los jugadores católicos, me pongo en su lugar – en pleno ejercicio de la empatía -, me conduelo y les doy mi palabra de aliento.

Ahora no es momento de reírse. Quizá nunca lo sea. Y no me molesta.

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