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“Las señoras del té”




Sarita es la que lleva la voz cantante; es una mujer de cuarenta años, pelo corto y castaño, humilde, sencilla, de hablar tosco; perdió la fecha de su llegada a Recoleta, una comuna como cualquiera del gran Santiago donde el “buenos días, vecino”, “buenos días,  vecina” es una tradición inusual en la urbe, donde el vértigo de la rutina escasamente nos permite mirar y olvidar con rapidez los cientos de rostros que vemos a diario.

Se mueve afanosamente por la estrecha cocina, en la cual prepara, junto a cuatro mujeres como ella, cientos de panecillos amasados, alineados con vasos plásticos en los que servirán café o té. La misión de esta tarde es asistir al velorio de un vecino, cuya muerte se produjo en la mañana, y servir los refrigerios a los deudos y amigos. Previamente, golpearon muchas puertas pidiendo cooperación en dinero o especies, cuesta dinero esta actividad, dice, y son pobres, por lo que acuden a la solidaridad del vecindario. Nadie se niega, declara, todos de alguna manera se hacen presentes. Antes eran como 20 voluntarias, pero debieron reducirse ya que andaban a los puros choques. Hoy, las ocho dan abasto, no sin esfuerzo, para la titánica tarea, es que amasar, servir, ordenar antes y después no es fácil.

Todo partió hace dos años, cuando un vecino muy querido falleció; se les ocurrió la idea y hasta hoy han ido a más de cuarenta velorios. La gente las conoce como “las señoras del té”.

El más doloroso, y a sus ojos asoman unas lágrimas rebeldes, fue cuando murió Benjamín. Sufría de hostigamiento escolar en su colegio, pero esa mañana de 2013 fue distinto: llegó con una maqueta, que había hecho con su padre el día anterior; su compañero - el del acoso -  se la quiso botar, por lo que el niño la protegió bajo su brazo mientras con el otro trataba de distanciar al abusador. Este lo empujó con tal violencia que Benjamín cayó y se enterró el lápiz en el ojo, lo que provocó daño cerebral y, a los pocos días, la muerte. Todos fuimos testigos, a través de la prensa,  cómo Recoleta se vació para acompañar al niño a su morada final. 

Los barrios nos muestran cómo es el Chile que queremos: solidario, sensible, respetuoso, educado, aun con carencias escolares.



Comentarios

Miguelángel Díaz ha dicho que…
Un relato duro, Héctor, y por lo que entiendo totalmente verídico. Afortunadamente has señoras del té aue muestran el mejor lado de la sociedad.
Un fuerte abrazo -)
Héctor Herrera Neira ha dicho que…
Muchas gracias por tu comentario, estimado Miguelángel. Un abrazo.