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Alan Brito

En cuestión de nombres no hay nada escrito



Alambrito. Extraída de Google: Spotify

La voz resonaba por los altavoces de la multitienda (así llaman ahora a Almacenes París, Ripley, Falabella, Tricot y otras de las llamadas “retail”, ventas al detalle o por unidad) una y otra vez con la voz típica de la funcionaria que, oculta Dios sabe dónde, emite mensajes con voz impersonal a los clientes y al personal de la tienda, promocionando productos en oferta, informando que tal o cual niño espera a sus padres en alguna sección o, finalmente, llamando a alguno de sus compañeros.

‘Se ruega al señor Alan Brito presentarse en sección moda masculina’.

No pude menos que sonreír al pronunciar rápidamente el nombre del funcionario citado: Alan Brito, Alan Brito. Me pareció ver al “Alambrito”, escuálido, casi raquítico, bamboleándose con aire cansino hacia el sector donde lo llamaban. Y recordé cuántas asociaciones de nombres y apellidos llamativos.

No es espacio para producir conjunciones grotescas – de las que he escuchado y leído muchas, abundantes en Internet – e inverosímiles, ni tampoco para aludir a un supuesto instructivo del Registro Civil donde se entrega un listado de nombres que no deben atribuirse a recién nacidos (como si alguien llamara a su hijo, entre otros, Aquiles Bailo). Cabe decir que los funcionarios solo registran el nombre que los padres quieran poner a sus hijos y de acentuación o uso de letras poco saben. De esta manera, es común ver a Ángela, Óscar y Álex, por ejemplo, sin tilde, además de notables deformaciones de nombres extranjeros.

Tampoco será objetivo de este comentario reflexionar sobre los nombres más curiosos que los chilenos pusieron a sus hijos en 2012, como Achli, Wasabi, Yasthin yThaisón (http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/servicios-publicos/registro-civil/achli-wasabi-yasthin-y-thaison-entre-los-nombres-mas-raros-del-2012/2013-01-18/120142.html  ), ya que cada uno es libre de hacer lo que guste, aunque debiera haber restricciones, pues ¿piensan estos padres cómo será la vida de sus hijos en el colegio o en el trabajo con menudos nombres?

Siguiendo con las asociaciones pintorescas, pero reales, cito: Elba Lazo, Angélica (Queca) Galindo, Armando Meza, Zoila Cuevas, Casimiro Toro Ilabaca, Rosa Melo, Elvis Nieto, Zacarías Flores, entre tantas otras que circularán por este mundo de miles de millones de individuos.

Precisamente por la excesiva libertad en la asignación de nombres es que las solicitudes para cambiarlos son numerosas cada año. Según el mismo servicio gubernamental citado, la Ley 17.334 permite en casos calificados, entre otros “Cuando unos u otros sean ridículos, risibles o la menoscaben moral o materialmente”, no solo cambiar el nombre sino también el apellido.  El trámite cuesta lo que se paga al abogado y los documentos.

¿Será necesario llegar a ese extremo o mejor es recomendar visión de futuro a tanto padre que pulula por allí con la imaginación desbocada?






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