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Este trabajo tiene licencia bajo CC BY-NC-ND 4.0
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Abrió
la puerta de calle con suavidad, presionando con ambas manos para evitar el
chasquido. En la oscuridad, palpando con cuidado cada mueble, cada silla, cada
cuadro, fue pasando del comedor al dormitorio, no sin antes hurgar en un cajón
del mueble de la cocina.
Entró;
la luz de la calle proyectó su sombra alargada en la muralla lateral: en una
mano, un largo tallo con una gran rosa roja se empinaba grácil y fresca. En la
otra, un intimidador cuchillo de cocina, de esos que se usan para despostar
carne.
En
una cama ancha dormía plácidamente una joven mujer, solo cubierta con una blanca
sábana. Su respiración regular hacía henchir su pecho en una cadencia cautivadora. El hombre fijó su vista en aquel
subir y bajar y permaneció hipnotizado por aquel vaivén durante algunos
minutos.
Con
movimientos dulces replegó la sábana, dejando el hermoso cuerpo de la mujer al
descubierto. Vestía un camisón que ceñía sus formas y dejaba entrever su
silueta. Respiraba plácidamente. El hombre la miró fijamente y tomando el
cuchillo rasgó el camisón desde el cuello hasta el vientre. Sus movimientos fueron
calculados y con pericia. Luego, tomó la rosa, sacó los pétalos granates y los
fue depositando simétricamente por el cuerpo de la mujer. Ella no se movía.
Acabó
de distribuir las lágrimas escarlatas en el rosado y voluptuoso cuerpo, tomó el
cuchillo, que para esta operación había dejado sobre el velador, y se encaminó
hacia la salida.
Una
vez allí titubeó, ahogó un quejido, se dio vuelta y musitó un - Te amo, luego
de lo cual desanduvo el camino, salió y se marchó. El eco de unos reprimidos sollozos quedó tintineando.
Derechos reservados. ©
Comentarios
Inquietante actitud la del hombre del cuchillo. El relato te mantiene en tensión porque no sabes qué va a hacer con el arma. La descripción del escenario, de la mujer tendida y de los pasos que da el protagonista al entrar en aquella casa detalla tan gráficamente todo que parece que el protagonista es el propio lector.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Saludos cordiales.
Me contenta, estimado, que te haya gustado. Los elaboro cuando me animo a escribir microcuentos, una vertiente difícil en extremo. Saludos.
ResponderEliminarUn cuento muy desconcertante y alarmante, Héctor.
ResponderEliminarNos muestras una actitud extraña en ese hombre, que al final no hace nada dañino, pero dejará una impresión muy extraña en la mujer cuando despierte.
Un fuerte abrazo :-)
Hay una hermosa canción, llamada 'Bailando con mi sombra', de Víctor Heredia, tristísima y que refleja las inconmensurables penas del amor. También me inspiré, en parte, en El túnel, de Ernesto Sábato, eximio narrador. Saludos y muchas gracias por el comentario.
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