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Discurso del ascensor: La clave para presentar tus ideas con impacto

Bésame, bésame mucho...


Extraída de Google: Me gusta lo vintage
Personas caminando por las callejuelas de una feria de frutas y verduras

La chica, premunida de un voluminoso equipo de sonido, difundía su dulce voz por todos los rincones próximos de la Feria de El Belloto.

Era entrar y toparse con ella. Era detenerse y mirarla. Era oírla. Era ver la pasión con que entonaba un tema que ha tenido numerosas versiones y no menos intérpretes.

Era sentir un escalofrío recorrer la espalda. Muchos lanzaban el corazón al aire para que volara lejos, muy lejos, entregara su mensaje y se devolviera raudamente con la respuesta.

Un señor voluminoso mordisquea un anticucho donde campean los trozos anaranjados de las zanahorias y muy de tarde en tarde asoma una brillante porción de carne de pollo. Camina presuroso llevando sin gran esfuerzo una enorme bolsa en la que  aparecen curiosas las hojas de un apio.

Pasa a mi lado el ‘Flaco del Chacao’, un ‘sapo’ de buses reconocible a primera vista por quienes viajan del interior a la Ciudad Jardín o al Puerto. Estrafalario, para algunos, viste pantalones de militar, de esos camuflados, una parka suelta cubierta por un chaleco reflectante anaranjado, y corona su cabeza un gorro de animal, lo que hace de él un espectáculo viviente. Cuentan que se adueña del paradero antes de las 7 de la mañana, pero se va a mediodía, después de lograda su cosecha. Es solícito con las mujeres, con quienes entabla diálogo fácilmente, no incomodándole hablarles al oído, pues es tan alto como un poste, razón por la que debe agacharse para quedar a la altura de sus orejas.

Más allá, una abuela tiene a su nieto a horcajadas, mientras su madre fríe sopaipillas y empanadas que inundan con sus fragancias irrenunciables todas las cercanías.  Rehúso oler, pues más de alguna vez he soñado despierto con tener en mis manos una de esas delicias, pero el temor a enfermar me desalienta. Para convencerme,  recuerdo a un amigo que apenas entró al estadio se zampó un ‘sánguche de potito’, jugoso, aromático, pleno de sabores ahumados. Al poco rato, no pudo soportar los  retortijones y burbujeos de sus tripas y se pasó todo el partido yendo cada cinco minutos al baño. Ese día el Popular ganó, pero él debió celebrar los goles en el ‘trono’. Para nunca más. O primera y última, como se dice por allí.


 Extraída de Google: Guioteca. 
Señora vendiendo sopaipillas en un carro

La chica cantante reposa, descansa, mientras mira a su alrededor, a la concurrencia variada que aplaude rabiosamente. Varios se acercan y depositan monedas que interrumpen con su tintinear al caer en el gorro que tiene sobre su equipo.  Veo billetes verdosos, en tanto más de alguno le cuchichea un piropo. Ella se ruboriza y da las gracias torpemente.

Me marcho. Resuena en mis oídos su promesa:

‘Como si fuera esta noche la última vez...’

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Comentarios

blog de themis ha dicho que…
Hola, hermosa entrada, más acompañada de esa música de antaño, que si lleva al baúl de los recuerdos, saludos
Héctor Herrera Neira ha dicho que…
Me encanta que te haya gustado. Saludos y excelente día.