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El sordomudo del pan (sic)

Cuento



Extraída de Google: RUTA ITALIANA VALPARAÍSO. Wordpress.com


'Era panadero, de esas de barrio, antiguas, de las que ya solo queda el recuerdo de infancia. Estaba en el límite de la Plaza Echaurren, en ese entonces recorrida por jubilados, lustrabotas y decenas de inquietos niños acompañados de sus mamás.

Religiosamente, a las cinco de la tarde, todos los días, un suave y tentador aroma a pan caliente comenzaba a inundar las estrechas callejuelas de la subida Clave.

Los que éramos chicos comenzábamos a soñar con el batido crujiente o la hallulla y la coliza embetunadas de mantequilla y con la hora de once. Debe ser porque el pobre se llena con pan, pero aguardábamos con ansiedad el llamado de nuestras mamás y corríamos casi sin respirar, donde nos esperaba el tecito azucarado y el pan, el adorado pan. 

A los minutos, cargando un monumental saco de arpillera blanca a la espalda, el sordomudo enfilaba rumbo hacia la subida.

Juntaba los labios y lanzaba un silbido reconocible a mucha distancia. Era como un lamento,  prolongado,  agudo y monótono.

Parecía como si las mujeres del barrio estuvieran detrás de las puertas esperando que pasara el sordomudo del pan para salir veloces premunidas de sus bolsitas de género.

Recorría las cuadras con rapidez. En media hora ya estaba de vuelta, con el saco blanco vacío. Si le quedaban, los regalaba a algunos de los chicos hambrientos que jugaban a las bolitas en las calles empedradas.

Mi mamá a veces no tenía dinero, al igual que muchas mujeres del vecindario, todas emparejadas con obreros, dependientes de almacenes italianos o estibadores del puerto, con salarios escuálidos y que duraban la primera quincena del mes.  En esas ocasiones, operaba el fiado: bastaba una señal al sordomudo, quien sacaba una libretita roñosa y garrapateaba con números descomunales la deudora, el día y la cantidad. A finales de mes, un silbido y la mano estirada cortésmente eran señales de que había llegado el momento del pago. 

Son mis recuerdos de niñez, allá en los barrios del Puerto. 

Nota del redactor: Pese a que me lo contaron recién esta mañana, por lo que está fresquito, me permito una corrección: no se dice sordomudo, sino solamente 'sordo'. Muy pocas personas tienen ambas capacidades ausentes. 

Derechos reservados. ©

Comentarios

Maty ha dicho que…
Profesor Héctor, este cuento me ha resultado por demás placentero, muy evocador y tierno.
Le dejo saludos!
Héctor Herrera Neira ha dicho que…
Muchas gracias, Maty. Saludos y excelente día.
Federico Agüera ha dicho que…
En algunos sitios de España todavía se reparte el pan, aunque ya van en furgoneta. Saludos
Federico Agüera ha dicho que…
En algunos sitios de España todavía se reparte el pan, aunque ya van en furgoneta. Saludos
Héctor Herrera Neira ha dicho que…
Qué novedoso, Federico, que se mantengan ciertas costumbres. Un abrazo y muchas gracias por tu comentario. Saludos.