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Este trabajo tiene licencia bajo CC BY-NC-ND 4.0
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Actualizado el 17/1/2021
Una de las mejores novelas que he leído
Que los que somos lectores
asiduos – y los no tanto – tenemos nuestro propio ranking de las mejores novelas, es una verdad del porte de una
casa, como diría cualquier hijo de vecino.
Para mí, la lista la
encabeza “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez, seguida muy
cerquita por “El Principito”, de Antoine de Saint Exupéry.
Y como la idea es concordar
con el título – y no hablar de mis preferencias – va el listado. Como es subjetivo,
podrá concordar, discrepar, agregar o quitar las que no sean de su agrado.
Para que la tarea de leerlas
sea más sencilla – en realidad, no debiera hacerles todo fácil, pues la riqueza
de la novela es, precisamente, que Ud. vaya descubriendo, por sí solo y sin ayuda, la enormidad de
significados que tiene – destacaré las frases que me parecen más relevantes.
Puse el contexto solo para entregar más detalles.
Sin más preámbulos, va el
listado.
"-
No – dijo el Principito. – Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar”?
-
Es algo demasiado olvidado – dijo el Zorro. – Significa "crear lazos..."
-
¿Crear lazos?
-
Claro – dijo el Zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a
otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy
para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno
del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el
mundo...
-
Comienzo a entender - dijo el Principito. – Hay una flor... creo que me ha
domesticado..."
|
“Cuando
el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer”.
|
“A
los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo,
jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar:
"¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar
mariposas?" Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos
hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos
detalles creen conocerle. Si les decimos a las personas mayores: "He
visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas
en el tejado", jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso
decirles: "He visto una casa que vale cien mil pesos". Entonces
exclaman entusiasmados: "¡Oh, qué preciosa es!”
|
“Es muy triste olvidar a un amigo. No
todos han tenido un amigo. Y yo puedo llegar a ser como las personas mayores,
que solo se interesan por las cifras”.
|
“¡Ah,
principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante
mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol”.
|
“—
¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente
triste le gusta ver las puestas de sol.
—El
día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?
Pero
el principito no respondió”.
|
“—
¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden. Se creen terribles con sus espinas…”
|
“—Hace
millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años
que los corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es
cosa seria averiguar por qué las flores pierden el tiempo fabricando unas
espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra de
los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas
de un señor gordo y colorado? Y si yo
sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en
mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin
darse cuenta de ello, ¿es que esto no es importante?”
|
“—Si alguien ama a una flor de la que solo
existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que las mire
para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…”
|
“—
¿Verdad? —respondió dulcemente la flor—. He nacido al mismo tiempo que el
sol. El principito adivinó exactamente que ella no era muy modesta
ciertamente, pero ¡era tan conmovedora!”
|
"Es una cuestión de disciplina, me
decía más tarde el principito. Cuando por la mañana uno termina de
arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que
dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los
rosales, a los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo
muy fastidioso pero muy fácil".
|
“¡No
supe comprender nada entonces! Debí
juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡La flor perfumaba e
iluminaba mi vida y jamás debí huir de allí! ¡No supe adivinar la ternura que
ocultaban sus pobres astucias! ¡Son
tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber
amarla".
|
“—Sí, yo te quiero —le dijo la flor—, ha
sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene importancia. Y tú has sido tan tonto como yo.
Trata de ser feliz. . . Y suelta de una vez ese fanal; ya no lo quiero”.
|
“—Será necesario que soporte dos o tres
orugas, si quiero conocer las mariposas; creo que son muy hermosas. Si no
¿quién vendrá a visitarme? Tú estarás muy lejos. En cuanto a las fieras, no
las temo: yo tengo mis garras.
Y
le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas. Luego añadió:
—Y
no prolongues más tu despedida. Puesto que has decidido partir, vete de una
vez.
La
flor no quería que la viese llorar: era tan orgullosa...”
|
“Si
yo ordenara —decía frecuentemente—, si yo ordenara a un general que se
transformara en ave marina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía".
|
“—Si
yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa,
o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no
ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?
—La
culpa sería de usted —le dijo el principito con firmeza.
—Exactamente.
Solo hay que pedir a cada uno, lo que
cada uno puede dar —continuó el rey. La
autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que
se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir
obediencia, porque mis órdenes son razonables”.
|
“—Te
juzgarás a ti mismo —le respondió el rey—. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo,
que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un
verdadero sabio”.
|
“—Yo
—dijo aún— tengo una flor a la que riego todos los días; poseo tres volcanes
a los que deshollino todas las semanas, pues también me ocupo del que está
extinguido; nunca se sabe lo que puede ocurrir. Es útil, pues, para mis volcanes y para mi flor que yo las posea.
Pero tú, tú no eres nada útil para las estrellas...”
|
"Este
hombre, quizás, es absurdo. Sin embargo, es menos absurdo que el rey, el
vanidoso, el hombre de negocios y el bebedor. Su trabajo, al menos, tiene sentido. Cuando enciende su farol, es
igual que si hiciera nacer una estrella más o una flor y cuando lo apaga hace
dormir a la flor o a la estrella. Es una ocupación muy bonita y por ser
bonita es verdaderamente útil".
|
“Mientras
el principito proseguía su viaje, se iba diciendo para sí: "Este sería
despreciado por los otros, por el rey, por el vanidoso, por el bebedor, por
el hombre de negocios. Y, sin embargo,
es el único que no me parece ridículo, quizás porque se ocupa de otra cosa y
no de sí mismo. Lanzó un suspiro de pena y continuó diciéndose:
"Es
el único de quien pude haberme hecho amigo. Pero su planeta es demasiado
pequeño y no hay lugar para dos..."
|
"Mi flor es efímera —se dijo el
principito— y no tiene más que cuatro
espinas para defenderse contra el mundo. ¡Y la he dejado allá sola en mi
casa!". Por primera vez se arrepintió de haber dejado su planeta, pero
bien pronto recobró su valor”.
|
“—Yo me pregunto
—dijo— si las estrellas están encendidas para que cada cual pueda un día
encontrar la suya”.
|
"¡Qué
planeta más raro! —pensó entonces el principito—, es seco, puntiagudo y
salado. Y los hombres carecen de
imaginación; no hacen más que repetir lo que se les dice... En mi tierra
tenía una flor: hablaba siempre la primera... "
|
“Y
luego continuó diciéndose: "Me creía rico con una flor única y resulta
que no tengo más que una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que apenas
me llegan a la rodilla y uno de los cuales acaso esté extinguido para
siempre. Realmente no soy un gran príncipe... " Y echándose sobre la
hierba, el principito lloró”.
|
“—Mi
vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las
gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me
aburro un poco. Si tú me domesticas,
mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a
todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos
me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves
allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es
para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone
triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando
me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y
amaré el ruido del viento en el trigo”.
|
“—Solo se conocen bien las cosas que se
domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer
nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde
vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo,
domestícame!
—
¿Qué debo hacer? —preguntó el principito.
—Debes
tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco
lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me
dirás nada. El lenguaje es fuente de
malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...”
|
“—Hubiera
sido mejor —dijo el zorro— que vinieras a la misma hora. Si vienes, por
ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso.
Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré
agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú
vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos
son necesarios.
—¿Qué
es un rito? —inquirió el principito.
—Es
también algo demasiado olvidado —dijo el zorro—. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea
diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los
jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días
maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no
bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones”.
|
“De
esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el
día de la partida:
—
¡Ah! —dijo el zorro—, lloraré.
—Tuya
es la culpa —le dijo el principito—, yo no quería hacerte daño, pero tú has
querido que te domestique...
—Ciertamente
—dijo el zorro.
—
¡Y vas a llorar!, —dijo él principito.
—
¡Seguro!
—No
ganas nada.
—Gano —dijo el zorro— he ganado a causa
del color del trigo.
Y
luego añadió:
—Vete
a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a
decirme adiós y yo te regalaré un secreto”.
|
“El
principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
—No
son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni
ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se
diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es
único en el mundo.
Las
rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
—Son
muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera
que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de
ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado,
porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los
gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo
he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin”.
|
“Y
volvió con el zorro.
—Adiós
—le dijo.
—Adiós
—dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo
esencial es invisible para los ojos.
—Lo
esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.
—Lo que hace más importante a tu rosa, es
el tiempo que tú has perdido con ella.
—Es
el tiempo que yo he perdido con ella... —repitió el principito para
recordarlo.
—Los
hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla.
Eres responsable para siempre de lo
que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
—Yo
soy responsable de mi rosa... —repitió el principito a fin de recordarlo”.
|
“—Únicamente los niños saben lo que buscan
—dijo el principito. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene a
ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran...”
|
"Si
yo dispusiera de cincuenta y tres minutos —pensó el principito— caminaría
suavemente hacia una fuente..."
|
“—Es bueno haber tenido un amigo, aún si
vamos a morir. Yo estoy muy contento de haber tenido un amigo zorro”.
|
“—El
agua puede ser buena también para el corazón...”
|
“—Lo
que más embellece al desierto —dijo el principito— es el pozo que oculta en
algún sitio...”
|
“—Sí
—le dije al principito— ya se trate de la casa, de las estrellas o del
desierto, lo que les embellece es invisible”.
|
“Como
el principito se dormía, lo tomé en mis brazos y me puse nuevamente en
camino. Me sentía emocionado llevando aquel frágil tesoro, y me parecía que nada
más frágil había sobre la Tierra. Miraba a la luz de la luna aquella frente
pálida, aquellos ojos cerrados, los cabellos agitados por el viento y me
decía: "lo que veo es sólo la
corteza; lo más importante es invisible... "
|
“—Los
hombres de tu tierra —dijo el principito— cultivan cinco mil rosas en un
jardín y no encuentran lo que buscan.
—No
lo encuentran nunca —le respondí. —Y sin embargo, lo que buscan podrían
encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua...
—Sin
duda, respondí. Y el principito añadió:
—Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar
con el corazón”.
|
”Si se deja uno domesticar, se expone a
llorar un poco...”
|
“Si
te gusta una flor que habita en una estrella, es muy dulce mirar al cielo por
la noche. Todas las estrellas han florecido”.
|
“—Por
la noche mirarás las estrellas; mi casa es demasiado pequeña para que yo
pueda señalarte dónde se encuentra. Así es mejor; mi estrella será para ti
una cualquiera de ellas. Te gustará entonces mirar todas las estrellas. Todas
ellas serán tus amigas. Y además, te haré un regalo...”
|
“—Cuando te hayas consolado (siempre se
consuela uno) estarás contento de haberme conocido. Serás mi amigo y
tendrás ganas de reír conmigo. Algunas veces abrirás tu ventana sólo por
placer y tus amigos quedarán asombrados de verte reír mirando al cielo. Tú
les explicarás: "Las estrellas me hacen reír siempre". Ellos te
creerán loco. Y yo te habré jugado una mala pasada...”
|
“—
¿Sabes?... mi flor... soy
responsable... ¡y ella es tan débil y tan inocente! Sólo tiene cuatro
espinas para defenderse contra todo el mundo...”
|
“Si
por casualidad pasan por allí, no se apresuren, se los ruego, y deténganse un
poco, precisamente bajo la estrella. Si un niño llega hasta ustedes, si este
niño ríe y tiene cabellos de oro y nunca responde a sus preguntas, adivinarán
en seguida quién es. ¡Sean amables con él! Y comuníquenme rápidamente que ha
regresado. ¡No me dejen tan triste!”
|
Comentarios
La originalidad de Saint-Exupéry a la hora de expresarse con lirismo y la visión tan libre de perjuicios con que escribe es única. Me encantó la selección que hiciste.
Un fuerte abrazo :-)