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Actualizado el 6/3/2021
Que cada cual habla como
quiere, es cierto. También lo es –y más – que debemos hablar como corresponde.
Y acá entra a tallar la legitimidad de ciertos usos, es decir, hablar
correctamente.
Es en este ámbito – de la
legitimidad del uso – donde se discute la tendencia actual de ciertos sectores
a ‘feminizar’ a la fuerza el léxico, a fin de darle notoriedad a la distinción
del género.
Tarea inútil y superflua,
pues las reglas existentes son claras: si hay dos sustantivos de género distinto
se debe preferir el masculino, pues engloba al femenino.
Decir, entonces, ‘los
ciudadanos y las ciudadanas’ es no solo incorrecto sino vano, innecesario,
contrario al principio de la economía lingüística y a la lógica.
En ‘los y las
ciudadanos’ igual
prevalece el sustantivo masculino con artículo femenino, lo que es
incomprensible.
Más allá de lo que señale la
RAE – que de por sí es la rectora del idioma (y es femenina) – cuya precisión
se incluye más abajo en cursiva, la relevancia de la mujer no se adquiere por
el concepto, sino por una acción profunda en la sociedad, en la cultura. No por
‘cuotas’, sino por méritos. No por leer más textos de autoras, no por ubicar a
más mujeres en espacios de poder, no por diferenciar el uso, no por hablar de
selección masculina o femenina de tal o cual deporte, como por arte de magia,
la mujer alcanzará el mismo sitial del hombre. Lo hará por su propia conciencia
de ser tan significativa como aquel.
Recuerde, en suma, no hacer
esta diferenciación artificial que, a la postre, resulta tanto o más odiosa que
la sola relevancia del género masculino.
Los
ciudadanos y las ciudadanas, los niños y las niñas
Este
tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista
lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la
posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a
todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos
mayores de edad tienen derecho a voto.
La
mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos
es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y
las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del
sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía
del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse
estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y
complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.
El
uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la
oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para
aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos
de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, los alumnos es la única forma
correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea
superior al de alumnos varones.
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