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Mostrando entradas de abril, 2014

“Un cabezazo inolvidable”

Me senté en el asiento del pasillo del bus que comenzaba a llenarse. Suerte la mía que puedo tomarlo en calle Quillota, allá por 11 Norte, pues a veces quedan asientos desocupados. En todo caso, si no quedan disponibles, no me complica ya que aún queda algo de juventud para soportar un viaje de 25 minutos sin cansarme. Y lo refrendo, porque nadie me ofrece el asiento, por lo que presumo que los estudiantes dirán para sí - Ah, este tipo no es viejo, así que se vaya parado.  Me senté, como dije, y me puse los audífonos para escuchar mi radio predilecta, la que me informa lo que todos deben saber y lo que muchos no quieren que se sepa, a este paso, la ADN Radio Chile deberá pagarme una comisión, muchos de mis amigos y alumnos saben mi gusto radial y se encantaron con la radioemisora. Decía que me senté, ya me he detenido un par de veces, esta costumbre de hablar y hablar hasta a mí me cansa. Iba un tipo joven a mi lado que, a juzgar por los cabeceos continuos, concorde el

¿Es correcto decir 'nos comimos sendos sándwiches'?

Actualizado el 4/1/2021 Extraída de Google: Anfrix  Barbarismo La lengua popular, adicta a atribuir significados diferentes – las más de las veces, incorrectos - a conceptos ya existentes, hizo común “sendos” (inclusive en singular, que no existe, salvo en femenino, “senda”, que se refiere a camino estrecho y rústico), atribuible a tamaño. De allí que no es infrecuente escuchar la expresión con que inicio el articulillo: “Nos comimos sendos sándwiches”, refiriéndose a monumentales, gigantescos, inmensos. En realidad, “sendos”, “sendas” se aplica para indicar (Del lat. singŭlos, acus. de -li). 1. adj. pl. Uno o una para cada cual de dos o más personas o cosas. En síntesis, debiera decir “Mis tres amigos y yo nos comimos sendos sándwiches” (uno cada uno). “Luisa y tú compraron sendas linternas por la emergencia” (una cada uno). “A Rafael, Ignacio y Felipe les pusieron sendos doses por copiar”. Notas: 1.     Los plurales de ciertos números son: uno – unos; dos – doses; tre

“Un viaje cualquiera en el metro”

Puede pasar en un día, en varios días o todos los días. Providencialmente, no podía escuchar Radio ADN Chile por el paso subterráneo del metro por el centro de Viña del Mar, por lo que me arrellané, “arrané”, diría un chileno común, en el asiento y permanecí con la vista fija en el listado de estaciones sobre las puertas (¿se han fijado en las miradas perdidas de los pasajeros del metro, como si temieran encontrarse con los ojos de otros?), leyendo lo ya leído. Cuento diez estaciones hasta la mía, desde Francia, seis en la Ciudad Jardín, Recreo a El Salto, mientras lucho por no cerrar los ojos contagiados por el traqueteo monótono de sus ruedas. Dirijo la vista a dos hombres que dialogaban al frente de sistemas operativos de computadores. Me aburro rápidamente, pues la conversación me parece insulsa, “computines”, pienso, y recuerdo ipso facto a mi querido amigo Marcelo, experto en estas lides, a quien no veo desde hace dos meses, debo llamarlo, me digo, para que nos juntemos lo

“Me faltan cien pesos, me le cayeron” (sic)

Me subí al colectivo en dirección a mi casita; en los asientos traseros se sentaron dos señoras, madre e hija, que dialogaban (¿dialogaban escribí? Rectifico: gritaban) acerca de diversos tópicos. Atrajo mi atención el siguiente comentario: -      “Le mandó una foto - decía la hija. -        ¿Era feo? – inquirió su madre, con voz gastada. -        No solo eso. Era negrito – susurró esta última afirmación, como temerosa de ser escuchada. -        ¿Cómo…? – Me callo el nombre que señaló por respeto a mis lectores. -        Más o menos, replicó su madre. Ante el diálogo tan sabroso, quise saber el aspecto de las féminas, por lo que, mientras continuaban su conversación,   sutilmente volteé mi cabeza para utilizar mi vista periférica – que uso de manera eximia, y lo que pude divisar me hizo sonreír y reír – todo en mi fuero interno – porque vi a dos moles que ocupaban casi toda la superficie. Una cabellera enmarañada, rucia, no rubia, coronaba la cabeza de la

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