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Mostrando entradas de febrero, 2017

'La gitana'

La gitana se acercó. Ya la había visto por el rabillo del ojo mientras pedía algo a las personas de las otras mesas, ocho o diez, que poblaban la terraza del café. Flaquísima, casi raquítica, desprovista de curvas, se ataviaba con un largo vestido que le ceñía el cuerpo y tapaba su cabeza con un manto que solo dejaba expuesta su cara. Luego de recibir tantas negativas como mesas había ocupadas, se acercó a la suya: -        Una moneda – pidió con voz suave, casi inaudible. – Una moneda – repitió, extendiendo la mano derecha, mientras con la otra mantenía ajustado el velo a su cuello. Su interlocutor levantó la cabeza para negar y fijó sin querer sus ojos en el rostro de la gitana: tumefacto, con manchones morados y amarillentos, parecía estar aquejada de alguna enfermedad a la piel o haber sufrido una golpiza. Una mezcla de piedad y repugnancia lo hizo desviar la vista.  Derechos reservados. ©

¿Puedo decir 'toballa'?

Actualizado el 13/1/2021 Semántica Si Ud. pensó que no existía el concepto, le comento que el DRAE sí lo tiene considerado. ·          toballa 1. f. desus. toalla (‖ pieza de felpa). ·          toalla Del ant. tobaja, y este del germ. *thwahljô. 1. f. Pieza de felpa, algodón u otro material, por lo general rectangular, para secarse el cuerpo. 2. f. Tela de rizo usada especialmente para hacer toallas y albornoces de baño. 3. f. desus. Cubierta que se tendía en las camas sobre las almohadas. ·          toalla sanitaria 1. f. El Salv., R. Dom. y Ven. compresa higiénica. arrojar, o tirar, la toalla 1. locs. verbs. Dep. Dicho del cuidador de un púgil: Lanzarla a la vista del árbitro del combate para indicar que, dada la inferioridad de su pupilo, da por terminada la pelea. 2. locs. verbs. coloqs. Darse por vencido, desistir de un empeño. Si bien la definición de ‘toballa’ alud

¿Ambidiestro o ambidextro?

Términos adecuados Actualizado el 10/1/2021 Semántica Cada vez que quieres calificar a una persona que usa indistintamente ambas manos o pies para alguna acción, sea deportiva, culinaria u otra, aflora la duda: ¿Cómo llamarla? Brevemente, el DRAE consigna ambas palabras,   aunque – y esto debe ser tomado como indicio de su predilección – el significado lo consigna solo por ambidextro. Veamos: ·          ambidiestro, tra 1. adj. ambidextro. U. t. c. s. ·          ambidextro, tra Del lat. ambidexter. 1. adj. Que usa con la misma habilidad la mano izquierda y la derecha o el pie izquierdo y el derecho. U. t. c. s. Por lo tanto, use la que guste. Yo prefiero ‘ambidextro’.

Una vereda cualquiera (Crónicas de la ciudad)

Camina presuroso por las veredas repletas, esquivando a este y a aquel vendedor que con sus puestos asimétricos se adueñaron de los espacios, voceando sus innumerables productos: gomitas para las llaves, rascacielos de papel higiénico, anticuchos humeantes que tientan tus fosas nasales y te interpelan con brutalidad, lentes ópticos – para leer, dama -, aunque sabe que son irregulares y sin receta, aguas minerales con y sin gas, para combatir el intenso calor, y los infaltables helados de agua, marca ‘chancho’, pero que matan la sed mejor que cualquier otro de marca ABC 1. Más allá,   una atractiva Carabinera, impertérrita, habla por celular mientras observa inquisitiva a su alrededor. Más de alguno pensará ‘aunque fuera, podría hacerme control de identidad’. Le cierra el paso un gordito monumental que ocupa media vereda. Camina con fuertes resoplidos mientras bracea cual aspas de molinos. Lo alcanza, lo pasa, lo mira de reojo: su semblante rubicundo delata el gran es

“La casa” (Crónicas de la ciudad)

Así como hay casas donde penan, hay otras malditas, que solo atraen dolor a sus moradores, y no hay machitún, sahumerio ni exorcismo que valgan. Es una construcción moderna, pequeña pero de dos pisos, antejardín y patio minúsculos, con sus murallas verde y blanca. Sus primeros habitantes fueron una pareja y dos niños. Ambos trabajaban, por lo que era común verlos salir juntos. Ella, de baja estatura, de rasgos agraciados y cuerpo atractivo, resaltaba por unos tacones prominentes y ademanes voluntariosos, que reflejaban una vitalidad nada despreciable. Él, grueso, silencioso, a veces hosco, habitualmente miraba al suelo e intercambiaba solo monosílabos   cuando la ocasión lo ameritaba que eran, a juzgar por su ocurrencia, escasas. Salían temprano en su vehículo menor, de esos llamados ‘city car’, pequeños,   frágiles, que parece que se volarán con un soplido y que tiemblan cada vez que una ‘micro’ pasa a su lado. Previamente, un bocinazo saludaba la presencia

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