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Mostrando entradas de junio, 2015

“Anverso” (Historia de un 'profe')

X* era Profesor de Matemáticas. Joven, decidió estudiar Pedagogía nadie sabe por qué, ni él mismo. Tarde se dio cuenta de que ‘no tenía dedos para el piano’, pues los chicos se le iban ‘en collera’ y su energía inagotable consumía su paciencia al primer atisbo de revolución del desorden.  A los eternos -¡Cállense!, ¡Siéntense!, ¡Trabajen!, se sumaban, sin piedad las correcciones de pruebas que lo hacían desvelar, corrige que corrige, mientras en su casa Morfeo se adueñaba de todos sus habitantes. Más encima, los avatares del destino lo hicieron Profesor Jefe: conoció – y renegó en el acto – las eternas reuniones de apoderados en las que, pese a los avisos por libreta y al inicio, no faltaba la mamá que le contaba historias dolientes de su hija o algún conflicto con una compañera. Así, la noche se desparramaba sobre la ciudad y su cerebro; pasaba enrabiado y su carácter comenzó a cambiar. No sé si fue este hecho o la acumulación de los anteriores, pero sí sé que a partir d

“El hombre de la rosa” (versión libre)

Abrió la puerta de calle con suavidad, presionando con ambas manos para evitar el chasquido. En la oscuridad, palpando con cuidado cada mueble, cada silla, cada cuadro, fue pasando del comedor al dormitorio, no sin antes hurgar en un cajón del mueble de la cocina. Entró; la luz de la calle proyectó su sombra alargada en la muralla lateral: en una mano, un largo tallo con una gran rosa roja se empinaba grácil y fresca. En la otra, un intimidador cuchillo de cocina, de esos que se usan para despostar carne.  En una cama ancha dormía plácidamente una joven mujer, solo cubierta con una blanca sábana. Su respiración regular hacía henchir su pecho en una cadencia   cautivadora. El hombre fijó su vista en aquel subir y bajar y permaneció hipnotizado por aquel vaivén durante algunos minutos. Con movimientos dulces replegó la sábana, dejando el hermoso cuerpo de la mujer al descubierto. Vestía un camisón que ceñía sus formas y dejaba entrever su silueta. Respiraba

“Si Dios quiere” (y la vaca no se opone)

Circula por nuestros campos,   donde las   leyendas y los chascarros están repletos de sabiduría popular (recuerden a Sancho Panza, el inefable compañero de andanzas del Caballero de la Triste Figura, con un dicho para cada acontecimiento) la siguiente historia, palabras más, palabras menos: Cierto campesino se despide de su madre, pues se irá de juerga con sus amigos, luego de una larga y agotadora semana de desbrozado de su terrenito, porque ya se acercaba a pasos agigantados la época de siembra. Una vez acicalado, una ‘manito de gato’ por allá, otra ‘manito de gato’ por acá, el mechón de pelo sobre la frente (‘coquetón’, según sus cercanas), sus pantalones domingueros – aunque era sábado -, zapatos lustrados con saliva y frotados vigorosamente hasta verse reflejado en ellos,   una camisa de una blancura esplendorosa, solo como los lavados en la artesa sabía hacer su madre, a puros golpes de jabón ‘Gringo’, restriega que restriega, escobilla que escobilla, hierve q

El antídoto contra ‘Para eso le pago’

Historia verídica No es original, por lo que no me arrogaré los méritos; sin embargo, es tan buena que vale la pena leerla. Y usarla cuando la ocasión lo amerite: Cierta vez, un alumno de esos que nadie quisiera en su sala, salvo para ‘bajarle el moño’ con dulzura y energía, haciéndole notar que recién está dando pasos conducido por un Profesor, pues solo no llegaría ni a la esquina, se atrevió a encarar a un Docente, molesto porque debido a que estaba conversando, no escuchó una explicación y cuando el ‘lindo’ (tantos que se creen lindos por allí) quiso que el Profesor se la repitiera y este no quiso, le espetó la frasecita famosa: -       Es su obligación y mi derecho. Para eso le pago. En esta sociedad nueva, en la que los derechos valen más que los deberes, y la gente – la mala, sin duda – se ocupa de los primeros olvidando olímpicamente los segundos, la respuesta no tardó en hacerse oír: -       Mire, jovencito – comenzó el Profesor, parándose en medio de la sala, brazo

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