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Mostrando entradas de junio, 2014

¡Grande, Chile de mi corazón!

Chile versus Brasil Jugada en el área brasileña. Extraída de Google. La Tercera No es mala suerte, no es culpa del arbitraje (aunque el inglés tuvo un desempeño discutible), no es culpa de Pinilla, Sánchez ni Jara, por los penales perdidos, no es culpa del mismo Jara por el autogol. Son, aunque suene a filosofía barata, “cosas del fútbol”, expresión que intenta explicar tanto devaneo de la Fortuna: Chile fue superior al anfitrión, lo desacomodó, lo inquietó, más allá de lo que los mismos brasileños pensaban. “Que vengan los caseros” titulaba un diario local antes del partido, en clara burla a las derrotas previas. Hoy nos mirarán con algo más de respeto, porque les hicimos ver, por muchos minutos, el fantasma del “Maracanazo”. Era cosa de ver el ánimo del DT, de los jugadores, de su público que hoy, excepcionalmente, fue mayoría ante la tradicional “marea roja”. Tenemos una buena generación de jugadores, muchos de los cuales serán la base para la Copa América del próximo año, que

Los 'chúligans'

El fútbol en el mundo Extraída de Google: BBC Es el nuevo apodo, acuñado en el Mundial de Brasil, con el que bautizaron a los "chilenitos" (a los malos, los que se hacen notar de mala forma, pues de los buenos hay muchos) que, a punto y codo, a “machetazos”, con una mano adelante y otra atrás, se aventuraron a recorrer miles de kilómetros para dar rienda suelta a su pasión, el fútbol. Si antes todo se hacía enarbolando la bandera religiosa, después, la política, ahora es la pasión: se roba por pasión, se revenden entradas por pasión, se ingresa “a la mala” por pasión”, se “machetea” por pasión, se tira una bandera en el suelo y se pisa por pasión, se emborracha por pasión, se rompe por pasión, se golpea por pasión, es decir, la pasión es la bandera y el pretexto. Y ¡Ay! de quienes critiquen estas actitudes: antipatriotas será el calificativo más suave que les endilguen Los hooligans se hicieron famosos en la década de los 80 (no se olvida la tragedia que tuvo lugar en el

El fútbol y la violencia

La violencia en el deporte La policía contra las barras bravas. Extraída de Google: Diario Constitucional Fue en un viaje de estudios. Florianópolis, en torno de la higuera que – dicen – si das algunas vueltas, volverás, te casarás o te quedarás viviendo allá. Tres cursos y seis Profesores, como se estila en el querido SD. En medio del gentío aparece un indigente quien se acerca a los chicos y comienza a pedirles dinero. Era inhabitual no solo este panorama, sino ver perros callejeros tanto en esta ciudad como en Camboriú y Blumenau, que siempre motivó mi admiración. Cultura turística, me decía, cuando lo comparaba con las hordas de estos y aquellos que pululan por nuestras urbes. Los brasileños nos llevan la delantera en muchos aspectos, es cierto. El guía, no bien se dio cuenta del hecho, llamó por teléfono a su oficina en “Floripa”, como la llaman los residentes y turistas que la conocen, para que estos se comunicaran con la policía. A los cinco minutos, sin exagerar, lle

“La feria y los libros”

Paseaba en plan de compras – o de sola contemplación - con mi familia por la   Feria de Quinta Normal, aquella que se ubica en pleno centro de la comuna, jueves y domingo. Luego de una ajetreada noche, producto de los festejos de la Confirmación de mi sobrina querida,   con las consecuencias evidentes del tráfago nocturno en la cara, nos encaminamos por las angostas calles en donde se disponían, de manera irregular, los diferentes puestos que expendían artículos de la más diversa naturaleza: desde las consabidas verduras y hortalizas hasta enchufes y soquetes   de los dos tipos, pasando por cereales, papel higiénico, cremas y pastillas contra los males más indescriptibles y, por si fuera poco, películas en DVD. Miraba un puesto de libros en busca de la última obra de Hernán Rivera Letelier, “El vendedor de pájaros” (El vendedor de pájaros es el único pasajero del tren que baja en Desolación. «El lugar es tan yermo, triste y desamparado que ni siquiera los jotes lo sobrev

¿El mejor papá del mundo?

Ser papá El superpapá. Extraída de Google: Dreamstime Nunca diré, ni pensaré, que mi padre fue el mejor del mundo. Primero, por respeto a los padres del resto, personas a las que quiero y valoro, quienes seguramente tuvieron buenos padres, quizá tan bueno o mejor que el mío. Segundo, porque pensar que mi padre fue el mejor del mundo es inexacto y decirlo me traen al recuerdo dos anécdotas: dos chicos iniciaron un pololeo, como tantos que se producen en la etapa escolar; a la semana, comentaban a todo el mundo que se amaban de acá al infinito, se juraban lealtad absoluta y prometían amarse siempre.  Pasaron dos semanas y el romance acabó; a los pocos días, cada uno ya tenía otro objeto de amor a quien dedicarle sus requiebros sentimentales. Y así sumaron, cada uno, hartas conquistas hasta que, llegada la madurez, cada uno encontró a la persona que los acompañaría muchos años. La otra me la contó un viejo amigo: una de sus amigas sufrió la muerte de su padre, un señor de edad algo a

La lluvia y los porotos con riendas

Comida tradicional chilena Extraída de Google: Mi Diario de Cocina Mediodía del sábado, inmediaciones de la Feria de El Belloto: la lluvia azota con fuerza y obliga a los transeúntes a evitar las pozas que aprovechan cualquier declive del terreno para asentarse y desde allí extender sus dominios. Al interior, en medio del maremágnum propio de esta hora del día, unas cocinerías están repletas de comensales que disfrutan de unas gigantescas empanadas de pino, completos descomunales, donde campea la mayonesa casera y la palta y el tomate nos hacen señas, y coloridos platos de cebiche (la RAE acepta ceviche). Todo lo había visto en otras ocasiones, pues soy habitué de este recinto desde hace algunos años, por lo que mi mirada va de acá para allá, sin detenerme mucho; sin embargo, con la cabeza sumergida en la mesa, un señor concita mi interés; veo lo que come: un humeante plato de porotos con riendas, los famosos, los hogareños, los que se acompañan con ensalada de cebollas escabec

“Por un plato de comida” (o cómo llegar a ser un buen escritor)

Actualizado el 3/1/2021 Extraído de Google: Facebook En el (escaso) rigor de la juventud, acostumbrábamos a “mochilear”; nuestra vida era relajada, buscábamos la libertad y viajábamos por todo Chile o donde nuestras polvorientas zapatillas nos llevaran. Sin responsabilidades ni preocupaciones por el futuro, nuestro futuro (ya tendríamos tiempo para pensar en ello, “enseriarnos”, formar familias, tener hijos y trabajar, odiosa palabra, por lo menos en esa época), nos procurábamos algunos pesos, un saco de dormir, unos escasos útiles de aseo y un hambre de aventuras que, cual Quijote, nos llevara por sitios desconocidos de nuestra tierra. Ya llevábamos en el norte varios días; a puros “sánguches” de mortadela, la más baratita, y jugos “Yupi”, de los de en polvo, que hacíamos rendir con harto más que el recomendado litro de agua,   distraíamos las tripas. Soñábamos con una comida de esas de casa, humilde pero enjundiosa, una cazuela de vacuno, arroz con dos enormes y orondo

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